sábado, 17 de abril de 2010

El día que las monjitas me dejaron contento

Hoy, dentro de esas pocas veces que ya algo me sorprende de verdad, fui sorprendido. Tocaron en mi casa un par de señoras cargadas de sus folletitos de la biblia. Sí, mis queridas amigas que tantas horas buenas me han dado.
Normalmente habrían salido huyendo tras intentar medianamente capear el temporal en el que me convierto para ellas... sin embargo, hoy no fue así.
Mis "queridas amigas" tocaron como tienen por costumbre en un sábado sabadete cerca del mediodía (Básicamente no hace ni 20 minutos que se fueron). Salí yo, como de costumbre, cuando las vemos merodeando, ya dispuesto a lanzarles mi muy entrenado discurso sobre antropodivinidad, dioses muertos, adoctrinamiento infantil para anular el propio yo y la capacidad, etc. Vamos, lo normal en estos casos digo yo.

Cabría decir que el encuentro empezó igual que todos los anteriores, porque, eso sí, al presentarse siempre son muy educadas, lo que... algunas reaccionan mal a mis respuestas..., el matiz esta vez se encontró en las reacciones, precisamente. Tras negarle sus panfletitos sobre la biblia (Casi seguro que he leído yo más de ese libro que todas las que vienen/vengan), la señora, con una sonrisa bastante "guasona" me pregunta: -¿Y en esta casa de que religión sois?-, ni corto, y menos aún, perezoso, le respondí que en casa no se profesaba ningún aspecto de la religión. A lo que ella, para mi sorpresa, responde con otra carcajada y se despide tan amablemente como llegó, deseándome los buenos días. Mi cara de sorpresa tuvo que ser enorme ante su reacción, tuve que contener todas las respuestas que tenía en la boca, porque por fin, podía contenerlas.

Aún estoy dándole vueltas, ¿estará, por fin, llegando la gente con tolerancia y capacidad para pensar a la Iglesia...?

-Seguiremos informando.

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